A veces me pregunto qué es en realidad una persona adulta mayor, en un tiempo de la historia en que las mujeres y hombres de 60 años a veces pueden verse como de 40, porque la calidad de vida es mucho mejor que en el siglo pasado, en el cual se consideraba ya muy mayor a una persona de 50.
Una gran cantidad de quienes leen mi columna Ivaginaria, que me siguen en redes sociales o me leen en el periódico, son personas adultas mayores que han crecido a través de estos 20 años y que, por su correos o sus testimonios, su vida sexual no ha dejado de ser, porque de alguna forma han prevalecido en el deseo pese a todo: sus cuerpos, su condición física e incluso su empeño por fortalecer la autoestima mediante la procuración de una vida sexual y erótica en condiciones que su voluntad y deseo les permite.
En México se considera como una persona adulta mayor a partir de 60 años de edad y, en algunos países, hasta 65, que coincide con la Organización de las Naciones Unidas. En la misma información de la ONU, en una nota publicada en enero de este año se menciona que: “En 2021, 761 millones de personas en todo el mundo tenían 65 años o más, cifra que aumentará a mil 600 millones en 2050. Un informe de la ONU aboga por replantear la protección social a medida que el mundo tiene cada vez más canas, instando a los gobiernos a adoptar medidas concretas”.
Esto quiere decir que, además de que se debe empoderar la protección a la población adulta mayor, es necesario poner atención al sector salud que atiende a este segmento, para procurar una calidad de vida, de estabilidad y de menor vulnerabilidad en su seguridad y bienestar.
Y como también la vida sexual es parte del bienestar y de la salud integral, es necesaria la procuración de ésta y, sobre todo, la no estigmatización de la actividad sexual de las personas adultas mayores. En información de la Secretaría de Desarrollo y de Inclusión Social de la CDMX se plantea de una manera integral y asertiva esta forma de cuidado, la cual es una de las más completas y con responsabilidad: “Fomentar una cultura de la vejez y el envejecimiento, en la cual las personas adultas mayores se consideren y sean consideradas sujetos socialmente activos y en la que el envejecimiento sea vivido como un proceso normal, como parte del ciclo vital”.
Si consideramos la vida sexual de las personas como parte fundamental de los cambios en las personas, debemos también pensar en la gradualidad en cómo se va transformando el cuerpo y las voluntades del deseo, que a medida que cambian las personas también éstas evolucionan.
También son generaciones que aprendieron a cuidar o simplemente a conocer más formas de control natal e incluso, a realmente usar el condón, un método de barrera que entró a la fuerza en la historia de la vivencia de la sexualidad en los años ochenta del siglo pasado, con la irrupción del virus de la inmunodeficiencia humana, la cual se considera a la par de las infecciones de transmisión sexual. Es otra tribu con una visión distinta a la actividad sexual.
En el último taller que tuve con personas adultas mayores, entre todes, reflexionamos sobre algunos hacks para una mejor calidad de vida en la actividad sexual, que aquí comparto:
1. Vivir la actividad sexual como parte de un ejercicio cotidiano, considerando como actividad sexual también a los besos, los abrazos, dormir desnudos juntos y claro, la penetración vaginal y anal, además de las prácticas orales.
2. Persistir en el uso del condón o de los métodos de barrera, ya que, aunque el tiempo de vida reproductiva haya acabado, el de las infecciones de transmisión sexual prevalece.
3. Valorar los tiempos del climaterio y menopausia como tiempos de transición naturales del cuerpo y redirigir las rutinas sexuales de acuerdo a las necesidades que se vayan planteando, como la ausencia de lubricación, una calidad deficiente de las erecciones o una libido inestable.
4. Eliminar e ignorar los estigmas de la vida sexual en la tercera edad, en particular de las personas de más de 75 años, debido a la errónea percepción de que la actividad sexual sólo es para las personas más jóvenes, e incluso, privilegiando las edades en donde puede desarrollarse la vida reproductiva.
5. Potenciar la ternura, aprovechar la sabiduría, honrar al cuerpo y empoderar la noción erótica, que con el tiempo se convierte en una emoción más sofisticada y compleja en gustos y variaciones de la vivencia sexual.
El ser sexual muere hasta la muerte natural del cuerpo.
@Ivaginaria