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Más allá de las cifras: Liberar el placer sexual de las estadísticas

Cifras sexuales - Más allá de las cifras: Liberar el placer sexual
Arte: 🇲🇽 Brenda Gutiérrez M. @neloa.caos

Si les digo estas dos palabras: números y sexualidad ¿qué se les viene a la cabeza? Puede que vayan directo a posiciones sexuales: 69, 30 o 24 o quizás lo asocien con la numerología; es decir, esto de la sexualidad a través de la simbología de los números: vibración, interpretación, suma de la fecha de nacimiento… pero justo les vengo hablar de algo diferente.

Para empezar, estas son unas preguntas que tienen que ver con “números”: ¿Con qué frecuencia deben tener relaciones sexuales las parejas? ¿Cuánto debe durar el “delicioso”? ¿Cuál es la talla ideal de los senos? ¿Cuánto debe medir un pene? ¿A qué edad se debe tener el primer encuentro sexual? (Ojo: no usamos la palabra “virginidad”) ¿Cuántas parejas sexuales se deben tener? ¿Cuánto dura una erección? ¿Hasta qué edad se pueden tener encuentros sexuales? 

Estos números con los que respondimos, por lo general, terminan siendo el reflejo de lo que sabemos o creemos que “debe ser” un comportamiento sexual ideal o “normal”. Son números que empiezan a regir nuestra vida sexual. Creemos que al coincidir con estos números nada puede “salir mal”. Ajustarnos a esas estadísticas se torna en una carrera por ganar. Pero, lo que se nos olvida cuestionar, es cómo estos cálculos, estadísticas o números estarían afectando nuestra vida sexual.

Te pasa a ti, a mí y a la mayoría. 

Esto del tiempo, la frecuencia, la velocidad, la masa, las dimensiones pareciera una regresión a la escuela secundaria. Tendemos a ver la sexualidad como un espacio donde tenemos que aplicar una fórmula invariable y, por arte de magia, al despejar la X, ¡Boom! = Divinura y gozo. Y voy con un sincericidio: yo, la verdad, nunca fui tan buena en esto de los números ni las fórmulas. ¡Qué intensidad cuando queremos estar midiendo todo! y qué autogol es medir la sexualidad, tarea que nos lleva derechito a la frustración. 

Paciencia, no hay porqué preocuparse… 

Lo “normal” salió del grupo

Las conclusiones parciales a las que han llegado quienes practican las ciencias, establecieron históricamente una serie de pautas sobre lo que es común o no; pero eso es muy diferente de “lo que debe ser”. Aclaremos algo: lo malo no es que midan, es cómo interpretamos estos números. 

Porque si nos dicen que el tamaño «normal» del pene es 13.12 cm y a alguien le mide 11.20 cm, o que el orgasmo femenino requiere 13.41 minutos para lograrse y alguien dura 16 minutos, no es que tengamos un problema o somos anormales. No estamos fallando, lo que nos “falla” es la interpretación. A veces estos números pueden ir acompañados con una frase que está en mi top de desfavorables: Estar por debajo del promedio o por encima del promedio. Así como eliminamos la palabra “virginidad”, hagámoslo también con “normal” dentro de la sexualidad.

Que nos caiga el 20

Tener esta interpretación errónea de los resultados (sí, de los números) nos lleva a generar expectativas poco realistas. Estas nos arrastran a comparaciones que terminan afectando negativamente la forma en que experimentamos nuestra sexualidad… y más, cómo hacemos sentir a otras personas.

Así, en lugar de estar con atención en las sensaciones eróticas propias y de la pareja, nos dedicamos a medir y medirnos. Es frecuente pensar en un trabajo pendiente, en una película mala o cualquier otra cosa desagradable para “no venirse tan pronto”. Otras veces estaremos pensando en una imagen más, otra más y otra más, o en cómo debería sentirse si tuviera más centímetros de pene, o de senos, o de caderas. Justamente allí es donde terminamos haciendo trío con la ansiedad, y lamentablemente, la ansiedad corta la respuesta sexual. Así que la prioridad será olvidar estos números que nos impiden sentir relax, el mejor estado para irnos a la cama con alguien o a donde sea que queramos tener un encuentro.

Podemos ser un 10

La prioridad en el encuentro debe ser la búsqueda de placer en lugar del orgasmo. Este último, es solo un breve momento de alta excitación que sigue con una brusca caída que pone fin a un momento, y al placer mismo.

  • Las estadísticas no dictan lo “normal” o aceptable” en término de actividades sexuales. Hay criterios más significativos que los números: la comodidad, el consentimiento y el placer mutuo.
  • Cambiar el enfoque de las estadísticas a la exploración personal, y esto se logra desde el acercamiento a una educación sexual integral y una comunicación abierta del tema.
  • Recordar el placer personal, pues lo importante es todo lo que estemos experimentando en nuestro cuerpo, lo que llaman la multidimensionalidad del placer: la conexión emocional, la comunicación y la satisfacción personal.
  • Dejar a un lado las comparaciones: impulsar el desarrollo de nuestra autoestima sexual; es decir, reconocer y valorar nuestras particularidades.

Pongámonos al 100

La sexualidad se construye y se reconstruye en cada cosa que hacemos, sentimos y pensamos. La vamos integrando con cada decisión que tomamos: estilo de vida, hábitos de salud, experiencias positivas o negativas. Con tanta variedad y cambio no hay una manera de generalizar un número que nos “calce” a todas las personas. No hay un modelo de sexualidad común.

La invitación es a salirnos de la norma de la sexualidad que nos han vendido, y a ejercerla con más libertad. Al adoptar un enfoque más amplio y positivo, nos permitirá disfrutar de manera más plena y libre nuestra vida sexual, alejándonos de las restricciones impuestas con las cifras y estadísticas.

Escrito por
Idana Rodas Pulgar

🇲🇽 Periodista venezolana con residencia en México. Tiene más de 12 años con la sexualidad como sujeto recurrente de sus conversaciones, anteponiendo cuanto verbo se le atraviesa. Coordinadora de @hablemosdesexoyamor.

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