Por Sylvia de Béjar
Imagino más de un rostro horrorizado y pensamientos del tipo: “¿Cómo que programar una cita sexual? ¿Acaso puede haber algo menos natural, menos espontáneo, menos erótico, menos… sexual?” Sin embargo, lee mis razones y luego me lo discutes… si es que aún te quedan ganas.
Veamos, ¿acaso cuando empiezas una relación, no piensas en lo que te vas a poner, donde quieres ir o le vas a llevar, de qué le vas a hablar y cómo quieres y esperas que acabe la noche? ¿Acaso no planeas una y mil cosas para que todo salga bien y no por ello te cuestionas la espontaneidad de tu deseo? Si es así, ¿por qué ha de ser malo programar una cita sexual? A veces, es la solución. Sobre todo cuando vivimos bajo el mismo techo y aún así no encontramos tiempo para compartirnos.
Hay que planificar para luego relajarse y disfrutar. Lo más sencillo es decidir qué día o días de la semana (incluido horario) os vais a dar un tiempo sexual. Da igual si es mañana, tarde o noche, lo importante es que podáis presentaros a la cita y dedicaros, sin interrupciones, a lo planeado.
¿Parece frío? No hay razón. El buen sexo, siempre, es una cuestión de actitud. Cómo vas al encuentro es clave. Si te preparas mental y físicamente hasta puede ser mejor que lo supuestamente espontáneo. Acicalarse, visualizar qué le vas a hacer o sugerirle que quieres que suceda durante vuestro encuentro, incluso planearlo juntos, puede ser de lo más excitante.No menosprecies el poder de los preparativos, considéralo parte del juego previo.
Y recuerda lo que explique en el post “Otra forma de compartirse” , acerca de ir a los encuentros sexuales prestando “atención a lo que sientes momento a momento, aceptando lo que venga, intentando no juzgar o querer controlarlo”. Cuando aprendemos a estar presentes sin pensar, enjuiciar, esperar, es decir, sintiendo, solo sintiendo, lo que el otro nos hace o hacemos en cada instante, nos liberamos… y el sexo puede pasar a un plano superior.
Estoy cansada de escuchar comentarios victimistas del tipo: “Es que nunca encontramos el momento”. Menos quejarse y más hacer. Insisto: a veces programar es lo único capaz de permitir que se produzcan esos encuentros. Y eso puede salvar una relación en baja forma pasional. ¿Hace tiempo que no os rozáis? Pues sacar la agenda y pactar. De no hacerlo, preguntaros por qué no os apetece hacerlo. La culpa no es de la falta de tiempo, eso es solo una excusa facilona. Seré clara: ¡dejar de contaros mentiras!