Desde un tiempo a esta parte hemos escuchado, leído y hasta hablado sobre “Nuevas Masculinidades”. ¿Pero sabemos qué es?, ¿sabemos de qué se trata?
Pues bien, para entender lo nuevo necesitamos partir de lo ya establecido, de lo preponderante: La masculinidad hegemónica; ésta, “(…) tradicionalmente, es un tipo de masculinidad que se asegura de mantener un orden de género claro de dominación sobre las mujeres. Pero también de represión y control sobre otros tipos de masculinidades”, según cita de Lionen S. Delgado, sociólogo y filósofo (2020).
Además podemos reconocer el costo emocional que implica sostener estos patrones de creencias que se reflejan en ciertos comportamientos, tales como no llorar, ser el macho proveedor, inhabilitarse para hablar de sus sentimientos, impedirse demostrarlos o no reflexionar sobre ellos, en pocas palabras, carecen de aprendizaje para gestionar sus emociones y como consecuencia casi directa, resuelven los problemas con violencia.
El suicidio, la ludopatía, el alcoholismo, tienen cifras mucho más altas en hombres que en mujeres y responde, en un gran porcentaje, al tener que sostener una sola forma de ser hombre en esta sociedad, menciona también Iñaki Lajud, psicólogo y sexólogo, en el mismo artículo.
De esta manera, generan otras formas de ser hombre aquí y ahora: “compartirse desde el corazón, sin competir, sin denigrar al otro, salir del masculino para ir al femenino y luego encontrar el equilibrio. Los hombres no sabemos recibir, no sabemos abrazar a un hombre con el corazón. No sabemos sostener el contacto físico con otro hombre sin que esto implique poner en duda nuestra orientación sexual”, propone y explica el terapeuta Nicolás Morales, al entrevistarlo.
Están aprendiendo a gestionar sus emociones, a reunirse en círculo -como lo venimos haciendo nosotras hace siglos ya-, siendo apoyados por amigas, compañeras y otras mujeres que acompañan este movimiento que cada vez es mayor. Sin embargo, estos aprendizajes traen consecuencias en su vida cotidiana, ya que dejan de sentirse pertenecientes a ciertos grupos donde solían ser parte. Esto es debido a que ya no comparten ni están de acuerdo con la agresividad, incluso de ciertos juegos, las formas de dirigirse entre ellos y hacia las mujeres, así como los espacios dónde se naturaliza la violencia como parte del ser masculino, dónde no pueden hablar de sus sentimientos y, sobre todo, se les impide llorar y mostrarse desde su corazón.
He tenido la posibilidad, a través de mis viajes a la Argentina y por mi trabajo de investigación en Uruguay, de hablar con varios de estos hombres que llevan adelante círculos y encuentros de hombres. Todos expresan que en un principio se sienten muy solos, sin grupo de referencia, hasta que se animan a participar de estas nuevas formas de reunirse y relacionarse.
Es así como las nuevas masculinidades se van expandiendo y vibrando cada vez más con otros, porque no hay una sola manera de ser hombre. Tampoco hay una sola manera de vivir la sexualidad.
El hombre hegemónico en general, ha aprendido a gozar de una sola manera sin habilitar, por los mandatos sociales asumidos, ciertas partes de su cuerpo para el placer, ya que están relacionadas con la homosexualidad (como si esta fuera pecado). Por ejemplo, el ano, es una fuente de placer para el hombre, según numerosos estudios, porque es por donde se accede más rápidamente a la próstata, la cual es el punto de máxima sensación sexual.
El observarse y luego permitirse trascender los viejos mandatos sociales sobre cómo concebir su cuerpo para el goce, también es una tarea que llevan a cabo estas nuevas masculinidades. Relacionarse de manera más abierta consigo mismos, y sobre todo con sus pares, donde el abrazo, el beso y el contacto físico como una demostración de afecto, es algo que caracteriza a lo que podríamos llamar Las Nuevas Sexualidades, donde no importa la orientación sexual y se deja de cuestionar la forma de gozar que tiene cada individuo con un otro u otra.
Estamos de acuerdo con lo que nos reafirma el terapeuta Nicolás Morales: “Construir otra forma de masculinidad es fundamental, una forma que nos permita sanar la herida que nos produce el patriarcado. Darnos permiso de contactar con nuestro niño interno, con nuestro hombre sensible”.
Bienvenidos sean estos nuevos hombres a esta sociedad, que necesita nuestro constante esfuerzo para lograr la equidad entre hombres y mujeres, sin olvidar la empatía hacia la diversidad que somos.