Dado que la cultura occidental prioriza la atracción y el romanticismo, tendemos a sobrevalorar la química sexual. Muchas veces nos encontramos con alguien que nos atrae sexualmente pero “no demasiado”, haciendo necesario que entremos en un proceso de aprendizaje y transformación si queremos sostener un vínculo nutritivo con esa persona. O si ya estamos en una relación, la afinidad sexual puede perderse y empezamos a cuestionarnos el sentido de seguir allí.
Aceptémoslo, vivimos tiempos de sobreestimulación sexual. Por donde caminemos, encontraremos infinitos estímulos sexuales y eróticos. Lejos quedó esa época en la cual la sexualidad era un misterio. Ahora, los estímulos son evidentes pero no por eso dejaron de existir los conflictos y las dificultades para vivir una sexualidad plena, satisfactoria y significativa para cada persona. Aunque la “libertad sexual” de nuestra época nos ha hecho mucho bien -pues nos permite ser quien somos-, elegir cómo amar y cómo ser amados también nos plantea un reto difícil: Construir vínculos que nos nutran más allá de lo culturalmente estereotipado. Esto es, salir del estereotipo que nos hace creer en la satisfacción de nuestras necesidades sexuales o afectivas como un absoluto, y empezar a verlas como un proceso más dinámico.
Pasa mucho con la química sexual; esa conexión, deseo y satisfacción que nos hacen vincular frecuentemente, de manera casi intuitiva, pero que no siempre tenemos la suerte de encontrar o mantener como pareja. A veces, hay que construir esa afinidad poco a poco y desmitificarla, pues, aunque tener una gran química parezca lo ideal, es mejor tener claro que no garantiza la permanencia y, en muchos casos, tampoco la satisfacción sexual a largo plazo.
Por esto, quiero hablarles, básicamente, sobre tres situaciones: Si iniciamos la pareja con una química imperfecta, si en algún momento la química disminuye, y si uno de los miembros de la pareja se siente superbién pero el otro no.
La pareja inicia con una química imperfecta.
Veamos el primer caso. Muchas veces iniciamos una relación que puede no ser perfecta sexualmente pero otras cosas nos atraen a estar con esa persona. En situaciones así, sentimos un reto por el vínculo para empezar a entendernos desde un principio, lo cual no necesariamente es malo, pero es menos atractivo porque es imperfecto y muchas veces decepciona nuestras expectativas: ¿Dónde están las mariposas en el estómago o el nerviosismo que deberían durar dos años? ¿Dónde quedaron las eyaculaciones plenas y/o los orgasmos múltiples?
En muchos sentidos, dentro de la pareja que desea seguir con su vínculo, la imperfección puede tomarse como un buen indicador porque nos muestra, por lo menos, que no hay idealizaciones, que podemos vernos como los seres humanos que somos. Tenemos la oportunidad de relacionarnos, sin tener que lidiar con la frustración de haber idealizado terriblemente a esa persona. Podemos iniciar la vida sexual con acuerdos básicos e irnos adaptando, explorando en conjunto.
Después de un tiempo, disminuye la química en la pareja.
Puede pasar que la química sea genial al principio y que en algún punto disminuya. Es bastante común. Sin embargo, de los recursos con los que vivamos, puede depender el futuro de nuestra relación. En general, si asumimos con naturalidad el hecho de que el deseo es un poco errático y a veces, la conexión y la química pueden desaparecer, será más fácil encontrar el camino de vuelta o crear algún otro camino en pareja. La pérdida del deseo sexual no es necesariamente definitiva, la pérdida de la conexión tampoco tiene porqué serlo. En todo caso, transitar por estas situaciones requiere paciencia y valor. Valor para tener conversaciones difíciles sobre el deseo, amor, placer, intereses… Valor para reconocer los sentimientos propios y llegar a acuerdos que permitan explorar no sólo lo sexual, sino también lo erótico, lo emocional y las prioridades en el vínculo que hemos construido. Paciencia, porque muchas veces es un camino doloroso que nos exige desarrollar madurez afectiva o independencia. En un mundo donde todo fue hecho para “obsolecer”, es de valientes no desistir de las personas por simplezas.
En la pareja, una de las partes se siente superbién y la otra no.
Una pareja es de dos. De esas dos personas, una está satisfecha sexualmente, se siente plena y no tiene nada que reclamar, mientras que la otra encuentra que algo importante anda mal. En este particular, es frecuente encontrar personas que ven la relación como una serie de exigencias que no están siendo cumplidas, sea porque se sienten insatisfechas sexualmente o porque encuentran muchos defectos en esa persona que les acompaña. Aquí es donde puede ayudar, el pensar que el vínculo con nuestra pareja no es para llenar todas nuestras expectativas narcisistas y no está destinado a ser perfecto. Lo imperfecto puede ser nutritivo, pues la pareja es un otro ser con diferencias y necesidades que viene a la relación a aportar y nutrirse de ella.
Recordemos que nuestra pareja no vino para satisfacernos total y constantemente, porque cualquier satisfacción absoluta es efímera. Tener madurez y construir vínculos sanos, implica aceptar que nuestros deseos y expectativas no siempre serán satisfechos.
Tanto, si están sintiendo que disminuye la química, como si sienten que sus expectativas están siendo defraudadas, pueden servir estos consejos:
1. Antes de buscar desesperadamente “reavivar la llama”, con las muchas herramientas comerciales que ofertan, intenten tener conversaciones y espacios de encuentro significativos y no necesariamente sexuales, sino también eróticos y emocionales en el más extenso sentido: ¿Hace cuánto tiempo no caminan por el parque o salen por allí, para realmente disfrutar de su compañía?, ¿Hace cuánto, no comparten darse un baño? ¿Alguna vez han hecho yoga juntos?. Agenden un tiempo semanalmente para estas sencillas actividades. Principalmente, les sugiero conectar, antes de entrar en el terreno de las distracciones sexuales, porque en una relación, nada importante se soluciona con sexo y, les aseguro, que el sexo mejorará exponencialmente cuando estén en la misma sintonía.
2. Aunque la química sexual parece algo casi instintivo o primitivo y difícil de explicar, las razones por las que una relación puede mantenerse sana, son las mismas con química o sin ella: Hay cuidado mutuo y se considera la relación algo valioso.
3. Finalmente, cuidar a la pareja de nuestra propia hostilidad, agresividad y abandono, es algo que no todas las personas sabemos hacer, pero a la larga, es necesario para sostener cualquier vínculo. Evitar asumir a la pareja como un objeto en la satisfacción de nuestros deseos sexuales, y dejar de frustrarnos como infantes cuando las cosas no son perfectas, también implica trabajo. Requiere un extra de valor, esforzarnos para no dañar a quien se permitió ser vulnerable a nuestro lado.