ColaboracionesSexualidad

Des-Romantizando el sexo

La importancia de sanar nuestras relaciones sexuales

Romantizar el sexo Bordado por Denisse Martínez Bucio
Fotobordado: 🇲🇽 Denisse Martínez Bucio

Nuestra vida sexual está basada en constructos heterosexuales que han sido aprendidos, la mayoría de las veces, culturalmente y también por nuestra cuenta. La creatividad de cada persona los convierte en algo nuevo o en nada, o sigue el guión de la lección de la pornografía, que por tanto tiempo ha regido nuestra idea de la actividad sexual.

La noción de amor romántico y la romantización de nuestras relaciones afectivas han contribuido a que se romanticen también las prácticas sexuales.

Romantizar el sexo o la actividad sexual es idealizarla e incluso creer o pensar que, al enamorarse el sexo se sentirá más o mejor, los orgasmos serán más intensos hasta, en casos extremos, que la vida sexual mejorará después de casarse, copular regularmente o vivir juntos. Es necesario mirar a la esfera sexual en donde muchas de las idealizaciones, también están en la cama desde hace mucho tiempo, y cambiar tal como es cambiante nuestro desarrollo y vida sexual.

Elia Martínez Rodarte

La primera romantización de nuestro sexo es la idea de que el coito es la salvación de todas las relaciones sexuales. Como actividad reproductiva, es la principal actividad sexual, pero no es el centro del universo erótico por mucho…

El coito está tan romantizado, que se ha convertido en el movimiento número uno de las parejas pasionales: siempre deben de penetrar antes de cualquier cosa como el epítome de la pasión y, si hay un metisaca, es porque se atravesó un vórtice avasallador.

Sin embargo, la coitalidad o coitocracia es una forma de llevar la actividad sexual a un sexo genitalizado que no privilegia los llamados “juegos previos”, indispensables para la lubricación y que, incluso, puede ser insensible a las necesidades sexuales y emocionales de la persona con la que se comparte.

Esta romantización de lo coital se relaciona íntimamente con la noción del pene en la actividad sexual: que siempre debe durar mucho, emitir una enorme cantidad de semen y que, si no va a mantenerse firme por un tiempo descomunal…”mejor que ni venga”. 

Cuando decimos de broma “por lo menos dame un besito” -para amortiguar el impacto de algo tremendo-, aludimos a esta romantización coital en la que se cree que sólo meterla es lo indispensable.

Romantizamos la actividad sexual también, cuando la sujetamos al amor y la pensamos como el estadio idóneo para la actividad sexual. Sexo y amor, a lo largo de la historia, han seguido caminos distintos en muchas parejas e incluso, en los arreglos maritales de muchas culturas, el amor nunca estuvo contemplado en la fórmula de un contrato matrimonial ventajoso.

El tema del orgasmo es otro idealizado dentro de la actividad sexual y, desde los estudios sobre el tema de Masters y Johnson1 en el siglo pasado, así como los informes del orgasmo de Shere Hite2, nos ha quedado claro la intrincada consecución de un orgasmo femenino que, no está vinculado tampoco al coito, y que muchas veces se logra con movimientos ajenos a una penetración, como el sexo oral o la masturbación.

La máxima romantización del orgasmo en pareja es el “venirse” al mismo tiempo sin responsabilizarse del placer mutuo; que no es un hecho casual, sino un baile bien coordinado que se logra como todos los orgasmos se obtienen: trabajándolo desde el esfuerzo conjunto y responsable.

Cuando en la relación sexual, coital o sin penetración, quienes participan tienen orgasmos (simultáneos o no), es una señal saludable de cuerpos coordinados y un deseo bien trabajado; sin la necesidad de enamorarse, casarse o vivir un idilio.

Es común que, cuando las personas queremos experimentar nuevas posiciones sexuales, recurramos al “Kamasutra” como si fuera el único tratado de erotismo, sin embargo, el acto sexual no idealizado o romantizado implica un conjunto de rituales construidos conjuntamente, que llevan al placer compartido, es decir, disfrutar plenamente las fases de la respuesta sexual humana que son excitación, meseta, orgasmo y resolución3 haya o no coito.

Y al final, lo más romantizado y esperado en una actividad sexual es el orgasmo, inconseguible para muchas personas y múltiple en otras, premio mayor que, en la mayoría de las veces, logra opacar el amplio camino que puede crearse en conjunto: sanar nuestras relaciones sexuales y asumir el placer.

#Ivaginaria 

*Referencias:

1William Masters (ginecólogo) y Virginia Johnson (psicóloga), estadounidenses, quienes a partir de 1966, publicaron los resultados de sus investigaciones sobre la sexualidad humana en condiciones de laboratorio, y desarrollaron métodos de terapia en el campo de la respuesta sexual humana.

2Shere Hite fue una escritora, novelista, sexóloga, feminista, historiadora y ensayista estadounidense. Sus trabajos sobre sexología se han concentrado principalmente en la sexualidad femenina.

3William Masters y Virginia Johnson.

Escrito por
Elia Martínez Rodarte

🇲🇽 Sexóloga educadora y autora de “Ivaginaria” en Metro/Reforma desde 2003. Divulgadora de la educación sexual científica, tallerista, y conferencista.

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