Lo que no se nombra no existe. Si la monogamia propone un contrato estándar de relación, el universo de las relaciones no monógamas y/o poliamorosas hace exactamente lo contrario: ahí todo puede ser re-definido y se escribe a la medida de las personas que incursionan en este tipo de vínculos. En el proceso de crear nuevas formas de relacionarnos, constantemente aparecen conceptos que deconstruyen y emancipan estructuras. Revisemos algunos:
POLIAMOR
Según el glosario de la organización Relaciones Abiertas (RA), es la elección de “mantener más de una relación amorosa en simultáneo”. Esto es considerado normal en la amistad, pero el poliamor agrega el carácter sexual, en contra de la exclusividad característica de la monogamia. En todas las referencias al respecto, se prioriza la honestidad como valor clave.
Se diferencia de la poligamia ya que esta es una forma institucionalizada de matrimonio o unión múltiple, mientras que el poliamor es un acuerdo vincular adaptable a las personas que lo integran. Además, en su formato cultural más común, la poligamia es poliginia, es decir, donde un hombre tiene múltiples cónyuges mujeres.
Cuando la psicóloga y sexóloga colombiana Natalia Restrepo escuchó por primera vez la palabra “poliamor” fue de la boca de un amigo. Como a muchas personas, el concepto le dio curiosidad, pero también desconfianza. Comenzó a interiorizarse cada vez más, interesada por la diversidad: “Lo diverso que es el mundo y, ¿por qué no se traslada eso a las relaciones?”, reflexionó. En su consultorio se encuentra con muchas -muchas- experiencias distintas de ser y de vincularse.
MONONORMA
Para la politóloga argentina Cecilia Figlioli, investigadora en género y diversidad, la mononorma es una creencia masificada que sostiene que la única “forma válida y legítima de relacionarse en pareja es en exclusividad y donde la pareja es el vínculo principal”. Asume que las relaciones son de a dos, y que cualquier vínculo que amenace esa exclusividad debe ser cuestionado. La acompaña la narrativa del amor romántico, constituido en películas y otras manifestaciones culturales.
Dentro de la mononorma, siguió Cecilia, se valida la infidelidad como “falso escape”, que da lugar a otras relaciones en simultáneo, pero de forma oculta. Entonces, la exclusividad sexual no es lo más importante para la moral monogámica. Evidentemente, la jerarquía de la pareja cumple el lugar principal.
“Vos podés decir que sos infiel y no hay demasiadas resistencias, pero si tenés una relación abierta parece que es el fin del amor e incluso de la familia”, dijo Cecilia, quien forma parte de una familia no monógama. “Para vivir relaciones no-monógamas, necesitamos más que cuestionar la exclusividad, a pesar de que eso sea a simple vista lo más disruptivo”. En su activismo, fundó la organización RA, que ofrece apoyo a quienes se animan a romper la mononorma.
COMPERSIÓN
Quizás el principal argumento de las personas que dicen que “no podrían” estar en una relación no monógama son los celos. Sin embargo, quienes lo intentan, buscan gestionarlos con la “compersión”. Según el glosario, es utilizado para describir “cuando una persona disfruta cuando su amante disfruta de otra relación”. Puede ser considerado lo contrario a los celos, ya que es una reacción emocional positiva hacia las otras relaciones de una pareja.
“La compersión es esa empatía, alegría, tranquilidad que siento de que mi vínculo esté feliz y construyendo sanamente otro vínculo”, explicó Diana Segura Román, psicóloga costarriqueña. “No es fácil de alcanzar porque todas las personas tenemos una estructura mononormada como base”, agregó.
Es fácilmente reconocible en la amistad, cuando una persona que queremos toma una decisión que no necesariamente nos incluye, pero aún así nos sentimos felices por ella. Natalia identifica que acompañar esa felicidad es lo contrario a la aprehensión que puede sentir una persona celosa por la posibilidad de sentirse abandonada. “Cuántas veces frenamos el crecimiento de otres, porque se mantengan cerca de nosotros”, reflexiona la psicóloga y sexóloga colombiana.
CONSENTIMIENTO
El consentimiento es la característica que diferencia a las relaciones no monogámicas de la infidelidad. Se construye a través del consenso, que Cecilia define como un “espacio de diálogo para tomar decisiones en conjunto manteniendo la autonomía”. El amor romántico plantea que “el amor todo lo puede” y que fluye mágicamente, por lo cual se excluye el consenso.
Contrario a la mononorma, que pauta un único contrato en la pareja, en los acuerdos no monógamos hay tantas posibilidades como personas. A partir de estos consensos es que las personas construyen las bases de su relación, encuentran sus propios significados del amor y establecen sus límites y posibilidades.
Para configurar relaciones honestas y nutritivas, es indispensable indagar en los deseos y motivaciones de cada persona. Diana destaca que las relaciones deben estar fuertes para incursionar en estas preguntas, y también es deseable hacerlo acompañado de una comunidad. Por eso, en Costa Rica ella forma parte de Comunidad Poliamor CR y Más Amor.
Contra los acuerdos de piedra y a favor de las diversas necesidades de las personas, cuestionar las estructuras es un primer paso para lograr relaciones sanas. A pesar de los prejuicios, es claro que no hay una receta única para la felicidad. Vale la pena intentarlo.